MIEDO del MIEDO...

No todos entendemos el miedo, pero sin duda alguna, todos lo hemos sentido. De muchas maneras...Miedo de enfermar, miedo del virus actual, miedo al cambio, miedo a lo desconocido, miedo al divorcio, a las relaciones irremediablemente rotas, a la pérdida, a no tener dinero, a la quiebra.
La lista es interminable. 
Entiendo que ante tantas circunstancias que nos abruman, lo que menos deseamos escuchar es "sé fuerte", "ánimo que esto también pasará", "no te sientas derrotado, mejor piensa positivo" y muchas más como éstas. No queremos escucharlas y ESO ESTÁ BIEN. Hay momentos para todo, y ante las reales y latentes amenazas que nos rodean, y no hablo solamente del famoso virus Covid-19, es normal que nos sintamos a ratos derrotados, a ratos en pedazos, y sin fuerzas para reinventarnos. 

No voy a ser idealista, sino realista. Con esto no quiero decir que vivamos en sombras y con el dolor a cuestas...¡Todo lo contrario! Pero entiendo la conducta humana y sé, que, para poder desprendernos de lo que nos duele y nos cansa, primero hay que aceptarlo. Nadie puede cambiar lo que no reconoce. Es humano y natural tener días (y hasta meses) malos, mi papel no es de porrista que anima al equipo mientras dura el juego. Mi papel es el de acompañamiento mientras dure la crisis y aún después, en la victoria. Entonces, coincidamos en que para vencer la crisis o salir de ella, primero hay que reconocer lo que nos está afectando. 

La catástrofe nos desgasta porque vivimos con la esperanza de que se acerca el fin de la crisis, pero al siguiente mes se demuestra que apenas está comenzando. Nos preguntamos: ¿Falta lo peor o ya lo pasamos?, ¿Cuánto tiempo más?, ¿Cómo voy a resistir con la economía como está?, ¿Qué pasa si enfermo o enferma alguien que amo?, bueno...las preguntas son casi tan incontables como los miedos, están entrelazados ambos. ¿Debemos esperar permanecer bien parados, con el ánimo inquebrantable a pesar de todo esto? NO. Solamente las personas que no están en contacto con la realidad podrían lograrlo.
 
¿Estoy hablando de perder la fe? ¡Claro que no! Dios nos creó, y Él entiende nuestra condición humana. Es importante que nos aferremos a su amistad ahora más que nunca, y le conozcamos de una manera personal y significativa, no para que nos saque del problema, sino para que nos fortalezca a través de ello. Y podemos, con confianza, hablarle y contarle cómo nos sentimos y sentir su consuelo.

Anteriormente hemos leído en este blog, acerca de cómo las emociones mal manejadas nos enferman. Ojo que he dicho "emociones mal manejadas", pues las emociones por sí solas, no son cosas mala. El mal manejo de ellas es lo que nos daña y nos abruman. 

Ante tales acontecimientos actuales, debemos reconocer lo que nos duele, lo que nos da miedo, y enfrentarnos a ello con la plena conciencia de que:

1. Dios no nos ha desamparado y TODO está bajo su control aunque ahora no lo veamos así.
2. Tengo derecho a sentirme triste, cansada, agobiada y aturdida.
3. Para poder vencer éstas emociones, debo reconocerlas y atravesarlas. Cavar un agujero y     
    esconderlas en lo más profundo de mi ser, no hará que desaparezcan. 
4. Tenerme paciencia, y a los míos. Hay un tiempo para cada cosa debajo del sol, y ahora es tiempo de
    retomar fuerza, de re inventarnos y seguir adelante, aunque tropecemos de vez en cuando. 

Lo que escondemos no se va, solamente se transforma en más dolor. Por ello, debemos abrazar la realidad de lo que sentimos, intentar darnos tiempo a nosotros mismos para recuperar fuerzas y saber que, a pesar no podemos controlar lo que acontece, sí podemos controlar como nos sentimos al respecto.